La realidad laboral de las personas discapacitadas, comenta Luis Diez de Bonilla

Las personas con discapacidad, especialmente las mujeres, se enfrentan a enormes barreras que les impiden participar en el mercado laboral. Según las últimas estadísticas publicadas en la nueva base de datos de la Organización Internacional del Trabajo sobre su situación en el mercado laboral. Por ello el abogado Luis Diez de Bonilla de la firma Diez de Bonilla Kuri y Asociados S.C. nos explica esta situación de las personas trabajadoras con discapacidad. 

Luis Diez de Bonilla

Según la agencia de la ONU, la tasa de actividad de las personas discapacitadas es muy baja. En todo el mundo, siete de cada diez personas con discapacidad se encuentran inactivas, es decir, no trabajan ni buscan trabajo, en comparación con cuatro de cada diez personas sin discapacidad. En los 60 países en los que el organismo dispone de datos, la tasa de inactividad de las mujeres con discapacidad no sólo era superior a la de las mujeres sin discapacidad, sino también a la de los hombre con y sin discapacidad.

“Entre las personas que buscan trabajo, la tasa media de paro se sitúa en el 7,6% frente al 6% de las personas sin discapacidad y cualquier periodo de desempleo, pero especialmente uno prolongado tiene un impacto significativo en los resultados futuros del mercado laboral. Los periodos más largos de desempleo conducen a muchas personas con discapacidad a la inactividad o pueden obligarlas a aceptar trabajos en la economía informal. Estos empleos se caracterizan generalmente por la falta de seguridad y de prestaciones.” explica el abogado Luis Diez de Bonilla. Dado que los trabajadores informales carecen de cobertura laboral o de seguridad social, las personas con discapacidad que tienen empleos informales se encuentran en una situación aún más vulnerable.

Sin embargo, las personas con discapacidad tienen más probabilidades de trabajar por cuenta propia que las que no tienen, es decir, como trabajadores autónomos o como trabajadores domésticos. En muchos países, esta situación responde a las escasas oportunidades que tienen de encontrar un trabajo remunerado. 

Luis Diez de Bonilla y Asociados

Las personas con discapacidad suelen ganar menos. En la mayoría de los países de los que se dispone de datos, las personas con discapacidad ganan menos al mes que las que no la tienen, una situación que repercute directamente en su poder adquisitivo y en su nivel de vida. Aunque la diferencia de ingresos puede deberse a que muchas personas con discapacidad trabajan a tiempo parcial donde sus menores ingresos mensuales limitan su capacidad de consumo y las exponen a un mayor riesgo de caer en la pobreza. 

La organización también indica que estas barreras laborales aparecen a una edad temprana. Los jóvenes de entre 15 y 29 años con discapacidad tienen hasta cinco veces más probabilidades de estar fuera del sistema educativo y de no trabajar o formarse, a diferencia de sus compañeros sin discapacidad. Además, las personas con discapacidad tienen el doble de probabilidades de tener un nivel educativo inferior al básico. 

“La tasa de personas con discapacidad empleadas disminuyó entre 2019 y 2020 en 11 de los 12 países de los que se dispone de datos. Una posible razón de este deterioro es que las mayores pérdidas de empleo se produjeron en los sectores del comercio minorista y la hostelería, donde suelen trabajar muchas personas con discapacidad. También se apunta la posibilidad de que las personas discapacitadas con problemas de salud no estuvieran dispuestas a permanecer o a volver a trabajos que les pusieran en riesgo de contraer el virus causante de la pandemia, Covid-19” explica Luis Diez de Bonilla.

A pesar de la adopción de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad hace ya más de una década, a estas personas se les niega con frecuencia su derecho a trabajar en igualdad de condiciones con las demás. Las personas con discapacidad, especialmente las mujeres, se enfrentan a enormes barreras de actitud, físicas y de información que les impiden participar en el mercado laboral y no disfrutan del mismo nivel de acceso a las oportunidades de empleo que las personas sin discapacidad. En comparación con las personas sin discapacidad, experimentan mayores tasas de desempleo e inactividad económica y corren un mayor riesgo de encontrarse en una situación de empleo vulnerable, concretamente en trabajos que les expone a un mayor riesgo de caer en la pobreza.

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