Los gatos son animalitos que si bien gozan de gran popularidad como animales de compañía, también tienen que cargar con muchos mitos y prejuicios. Uno de ellos se refiere a su cercanía con las mujeres embarazadas, debido a quienes los ven como un riesgo para salud tanto de las madres como de los bebés. No obstante, es necesario señalar que dicho peligro es muy subjetivo y como tantos otros aspectos del embarazo, dependerá en gran medida de los cuidados que se tomen durante el período de gestación y de la condición particular de quien está esperando un hijo.
La toxoplasmosis es la principal amenaza de la que se ha culpado a los felinos. Esta enfermedad, que se caracteriza por la presencia de parásitos, suele ser un huésped en el organismo de los gatos y se encuentra latente en sus heces durante un período de máximo 48 horas. Sin embargo, la misma puede transmitirse de otras maneras, por ejemplo, comiendo carne cruda y frutas y vegetales que no se han lavado. De la misma manera, un gato que contraiga el parásito, habrá tenido que albergarlo por medio de alimentos crudos o permaneciendo por períodos prolongados en el exterior.
La mejor manera de evitar esta enfermedad si se tienen gatos en casa, es dándoles de comer solamente croquetas y alimentos húmedos enlatados; así como limpiando su caja de arena en promedio tres veces al día. Por supuesto, es preferible que lo haga alguien más y no la embarazada.
En lo que a otros aspectos se refiere, como posibles alergias y una reacción arisca por parte de los felinos, está de más decir que cuando una mujer se halla acostumbrada a convivir con su mascota, detalles como estos no tienen por qué presentarse. Los gatos al contrario de lo que se suele pensar, son animales sensibles con sus amos, aunque independientes.