Algo que no es muy común hacer como padres es dejar que los hijos presencien una escena de llanto. Las razones de una decisión como esta, son visibles a simple vista. La sensación de seguridad y confianza que es importante para los más pequeños, podría verse derrumbada apenas ellos vean escapar las lágrimas, o al menos es lo que se suele pensar. Sin embargo, si nos ponemos a reflexionar seriamente sobre este tema indudablemente nos preguntaremos, si de verdad es tan útil ocultar nuestra vulnerabilidad ante un hijo.
Lo cierto es que antes de ser padre o madre, todos somos personas y sacar a relucir nuestro lado humano en frente de los niños, no es tan malo como se podría creer. De hecho, compartir en ocasiones momentos tristes y dejar que ellos se den cuenta de que no solo estamos ahí para ser duros y fuertes, es algo que beneficia el vínculo emocional entre padres e hijos, más de lo que te imaginas.
Claro está que por un lado se tiene que aprender a ser fuerte e inculcar en los pequeños, que siempre se puede salir adelante a pesar de las adversidades y siempre buscar disfrutar los momentos de felicidad que nos da la vida. Eso no significa que sea necesario reprimir los sentimientos.
El poder que tienen los hijos para ayudar a sanar las heridas emocionales e identificarse con lo que siente un padre, es increíble y muy reparador. Mostrarles que las lágrimas son una forma de liberar la tensión y quitarse las cargas más pesadas de encima, les hará saber que no deben avergonzarse cuando lleguen a sentirse mal. Y esto es muy valioso para su desarrollo psicológico y anímico; en tanto tengan claro que se trata de una acción para desahogarse y no de una solución.
¿Ahora piensas que sigue siendo buena idea evitar llorar en frente de los niños?